Hace
unos días atrás escuché algunos comentarios de madres que aseguraban
que destetar a su hijo de un año o casi, era una cuestión “de
facilidad”. “Porque ahora necesito que sea más independiente”, “necesito
ir a estudiar más horas”, “me lastima”, “sino va a ser muy mamero”.
Y yo, con mi hija de un año y días, apostando a seguir hasta que ella lo
decida. Habiendo pasado por momentos difíciles, porque la lactancia también
puede ser complicada; habiendo estado largos minutos en lugares
increíbles, hasta ridículos, con el sacaleche, esperando que el
precioso liquido que alimenta a mi hija cuando no estoy, brote; yo sigo
apostando a la lactancia.
Y podría
poner como motivos todos los que las infografías e
informaciones
nos dicen acerca de cuestiones físico-emocionales que se benefician
en este vinculo. Pero prefiero en cambio, ser más práctica y
concretamente dar algunos ejemplos de porqué necesito contrariar a esas
madres que escuché los otros días, y afirmar con fuerza que la lactancia
después del año te hace las cosas más fáciles, más simples.